El hererillo, con su colorido plumaje y su carácter vivaz, es uno de los pájaros más encantadores de nuestros entornos naturales. Esta pequeña ave, común en jardines, bosques y parques de Europa, destaca por su inteligencia, agilidad y porque verlo volar es todo un espectáculo de color.
El hererillo común tiene las alas, la cola y la cabeza teñidas de un azul vibrante, rematadas con un elegante collar azul cobalto que le da un aire distinguido. El dorso luce tonos verdosos, mientras que la zona inferior se tiñe de un amarillo suave. A simple vista, su aspecto puede recordar al del carbonero común, aunque este último es bastante más grande.
El herrerillo común está ampliamente distribuido por gran parte de Europa. Durante mucho tiempo, también se incluyó en esta especie a las poblaciones al norte de África y de las Islas Canarias. Sin embargo, estudios recientes han llevado a clasificarlos como una especie distinta: el hererillo africano (Parus teneriffae), reconociendo así su singularidad. No se ha registrado su presencia en Melilla.
En la península ibérica, el herrerillo común lleva una vida bastante sedentaria. Suele permanecer cerca de sus zonas de cría durante todo el año, aunque en invierno puede desplazarse ligeramente, sobre todo si las condiciones lo empujan a abandonar los bosques de montaña en busca de refugios más templados.
Al herrerillo común le gusta vivir rodeado de árboles de todo tipo, especialmente de encinas y alcornoques. No es exigente con el tipo de paisaje, puede habitar campos con árboles dispersos, parques, jardines e incluso huertos. Lo que sí evita son los lugares sin árboles, donde es raro encontrarlo.
Aunque el herrerillo común come sobre todo insectos, también le encantan las arañas, las semillas, las moras y los higos. Tiene un menú variado y sabe aprovechar lo que le ofrece la naturaleza.


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