jueves, 5 de mayo de 2016

La nutria y su sorprendente mundo

Ágil, inteligente y adaptable, la nutria es un mamífero semiacuático que vive en ríos, lagos y costas marinas. Destaca por su destreza en la caza, el uso de herramientas y su papel fundamental en el equilibrio ecológico. Pertenece a la familia de los mustélidos.

Se alimenta de carne y su cuerpo es grande, levemente aplastado, con una considerable cola que llega a medir entre 25 y 60 cm. Sus patas son cortas, con una membrana interdigital que une los dedos. El pelaje es brillante, tupido e impermeable.

Los machos son de un tamaño mayor que las hembras, su peso fluctúa entre 6 y 9 kg, mientras en las hembras está entre 4 y 6 kg aproximadamente. Su esperanza de vida se halla entre 8 y 15 años.

Vive preferentemente cerca de ríos, siempre que las aguas estén en buen estado y la vegetación colindante sea abundante.


La nutria es muy territorial, y hace suya una extensión importante de las aguas donde vive. Los machos abarcan 15 kilómetros, y las hembras 7. En ese segmento de territorio vetan la caza a otros animales, incluidas a otras nutrias.

Se alimenta esencialmente de peces, pero también caza sanguijuelas, caracoles, ranas, anguilas y cangrejos, entre otros pequeños animales. Asimismo, en ocasiones la fruta forma parte también de su dieta.

Le gusta jugar y se lanza, en solitario o en grupo, por rampas de arenisca situadas en los bordes de los ríos.

Fuera del agua se mueve con lentitud, pero en el agua nada de un lado a otro del río, jugando continuamente. Es una excelente nadadora y buceadora, pudiendo permanecer bajo el agua más de 3 minutos.


Reproducción


La nutria puede reproducirse en cualquier época del año, sin embargo los partos son más frecuentes en primavera y a principios de verano.

Este mamífero cambia su comportamiento en las etapas de celo, tornándose más sociable y diurno, ya que generalmente la nutria es más de costumbres nocturnas, y los días los suele pasar dormitando oculta.



El nido lo sitúa  cerca del agua, utilizando grutas naturales o guaridas dejadas por otros animales. El suelo lo cubre de musgo, hojas y hierba.

El tiempo de gestación es de unas nueve semanas, tras las cuales suelen nacer una o dos crías con los ojos cerrados y totalmente indefensas. Alrededor del mes abrirán sus pequeños ojos, y a los dos meses tomarán ya algo de alimento sólido y se arriesgarán a salir de la guarida, pero no dejarán de alimentarse totalmente de la madre hasta los tres meses y medio. Dos semanas más tarde ya la seguirán en el momento de la caza.

La madre se ocupa de las pequeñas nutrias con esmero y cariño, y las enseña a nadar transportándolas sobre su espalda durante un tramo del río, para luego dejarlas y forzarlas a regresar solas a la orilla. Cuando cumplan un año emprenderán el camino de su independencia.


Especie protegida


Hasta mitad del siglo XX la nutria era abundante en España, pero a partir de 1950 empieza a descender su número, hasta el punto de desaparecer de distintas regiones españolas.


La contaminación de los ríos y la destrucción de su hábitat propicia que la nutria esté amparada por el Convenio Internacional CITES. Asimismo, está entre los animales en grave peligro de extinción del Convenio de Berna.



La nutria marina


Mención especial merece la nutria marina, por su singular inteligencia a la hora de alimentarse. Esta nutria es de mayor tamaño que sus compañeras de agua dulce, su peso oscila entre 14 y 45 kg, a pesar de estar catalogada como el más pequeño de los mamíferos marinos. Es capaz de moverse fuera del agua, pero puede vivir perfectamente y en exclusividad en el mar.

Posee la destreza de utilizar como herramientas las piedras que encuentra, para poder llegar a alimentos que de otra forma le resultarían inaccesibles. Usa las piedras como una base sobre la que fragmentar las conchas de los animales que atrapa, pero también las utiliza como martillo para golpear y separar de las rocas a los animales marinos de los que quiere alimentarse.


Demostrando su gran inteligencia, esta nutria se sumerge hasta el fondo del mar en busca de alimento y una piedra. Luego sube a la superficie con la presa en la boca y la piedra firmemente sujeta bajo el brazo. Acostada de espaldas sobre el agua, coloca la piedra sobre su estómago y golpea contra ella el erizo de mar o el molusco atrapado, logrando así abrirlo para alimentarse.

Beatriz Moragues - Derechos Reservados


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