Pocas cosas hay tan repugnantes como maltratar a otro ser vivo, pero desgraciadamente en el caso de los galgos es una triste realidad cotidiana.
El galgo es una raza autóctona de España. Se cree que nace del cruce entre lebreles de raza árabe y celta. También se le denomina galgo español.
Aranxa está en adopción en la protectora DeGalgos |
Su similitud con los famosos perros representados en los sepulcros egipcios es evidente, no en vano antiguamente este can era símbolo de nobleza, hasta el punto de que no se permitía que las personas humildes lo poseyeran, y matar a un galgo estaba equiparado al asesinato de una persona.
Características físicas del galgo
El galgo es un perro aristocrático y de potente musculatura. Su cabeza es delgada y larga, con una trufa destacada y unos labios delgados que a veces parecen dibujar una sonrisa. Los ojos son vivaces, de mirada profunda, y la cola extensa y delicada. Los colores van del castaño al negro, pasando por el blanco y el rojizo, entre otros.
Brenda está en adopción en la protectora DeGalgos |
La asombrosa velocidad que puede alcanzar este perro hace que se le utilice tanto en carreras como en la caza, y de alguna manera su extraordinario potencial se ha convertido en su perdición.
Situación actual del galgo español
Actualmente la situación del galgo es deplorable, son abandonados y maltratados de los modos más crueles. Utilizados como instrumentos de diversión o de lucro, los cazadores se deshacen de ellos cuando ya no les sirven, para reemplazarlos por otros más jóvenes. Esto ocurre a edades muy tempranas, entre dos o tres años, y aunque hay voces que se alzan negando este hecho, lo cierto es que los animales abandonados que se encuentran en condiciones pésimas tienen esas edades, por lo que pasa a ser una realidad innegable. Obviamente, esta mención a ciertos cazadores sin la más mínima sensibilidad hacia sus perros, no significa que todos los que practican esta actividad actúen de este modo tan deleznable.
A estos perros se les cría de un modo descontrolado, una gran parte pasan sus días encerrados, para salir sólo al ir a cazar. Se les alimenta con pan duro y algún desperdicio de pollo. Por supuesto, ni están vacunados ni llevan el microchip obligatorio.
Cuando el animal deja de servir se le mata de las formas más crueles. Se le echa vivo a un pozo, dejando que muera lentamente de hambre y sed; se le quema vivo o se le inyecta lejía. Algunos lo matan de un tiro, pero son los menos, porque según estos galgueros el perro no vale una bala. Otros lo abandonan a su suerte, como pasa con otros tantos perros en este país.
Sin embargo, lo que más claramente demuestra la crueldad y la locura de estos personajes es el ahorcamiento. Cuelgan a los perros de un árbol, dejándolos de manera que puedan sostenerse apenas sobre las patas traseras. De este modo, el animal intenta apoyarse como puede para no morir, alargando el sufrimiento, hasta que finalmente el cansancio lo vence y fenece. A esto se le llama cínicamente “tocar el piano”.
Actualmente ya existen investigaciones que relacionan la violencia hacia los animales con la violencia hacia las personas. Aunque sólo fuera por este motivo, las autoridades deberían tomar medidas ante estos hechos, pero la desidia y desinterés de nuestros gobernantes siguen permitiendo que estos sucesos ocurran diariamente, como tantos otros en esta sociedad.
El galgo como animal de compañía
El galgo es un perro muy desconocido como animal de compañía. Sin embargo, quienes han apostado por él están encantados y recomiendan la experiencia sin ninguna duda.
Es una raza tranquila, que no necesita más espacio ni más movimiento que cualquier otro perro. Además no son muy ladradores y se suelen llevar bien con otros perros e incluso, muchas veces, con gatos. Por su carácter pacífico, también son buenos compañeros para niños y personas de avanzada edad.
Agueda está en adopción en la protectora DeGalgos |
En resumen, se trata de perros afectuosos, adaptables y obedientes, a los que les encanta convivir con los humanos y si se les deja tumbarse en el sofá y dormir a pierna suelta tantas horas como quieran, seguro que se sienten en la gloria. Porque después de que nos regalan su alegría, su cariño y su fidelidad, bien se merecen un poco de responsabilidad, atención y amor por nuestra parte.
Afortunadamente para ellos, hay personas y protectoras de animales que velan por su bienestar desinteresadamente. Ojalá llegue el día en que no tengan que hacerlo.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
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